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La palabra modisto se creó especialmente para calificar a Charles Frederick Worth

Worth padre del haute-couture

El inglés Charles Frederick Worth es considerado el primer diseñador de alta costura del mundo. ¿Pero qué lo hace merecedor de este título? Antes de Worth todo era muy distinto en el mundo de la moda. Quienes tenían el poder adquisitivo para hacerlo, acudían a costureros para que les confeccionaran los voluptuosos vestidos usados en la época –siglo XIX-, pero estos vestidos no tenían el sello personal del costurero.

 

Dicha afirmación a que Worth es el padre del haute-couture se debe a que fue pionero en cuanto a firmar sus diseños, al igual que hacían artistas de otros campos como la pintura o la literatura. Por otro lado, año tras año creaba una nueva colección, lo cual no se había hecho hasta el momento. Esta es una práctica habitual entre los diseñadores de la actualidad.

 

Este apasionante diseñador inglés revolucionó el mundo de la moda vistiendo a personalidades de la realeza y la nobleza del viejo continente, muchas de las cuales quedarían inmortalizadas por grandes retratistas de la época llevando sus creaciones. Pero también supo ajustarse a los cambios sociales de su tiempo, logrando que su influencia trascendiera los límites del guardarropa de la aristocracia para que todo el mundo siguiese sus dictados.

 

 

 

Biografía

Worth nace en el Reino Unido el 13 de octubre de 1826 en Bourne (Lincolnshire), en el seno de una familia acomodada. Su padre, William Worth, abogado, se arruinaría a causa del juego y Worth tuvo que trabajar desde muy temprano. Empezó trabajando en Londres en Swan & Edgar, una casa de tejidos y complementos del vestir, revelándose como un extraordinario vendedor. Worth frecuentaba asiduamente la National Gallery y otras colecciones de arte para estudiar los retratos y sus vestidos, lo que más tarde serviría a su inspiración.

 

Ambicioso, a los 20 años, con 117 francos en el bolsillo y sin saber francés, se fue a París, trabajando como vendedor en la Maison Gagelin, la casa francesa de tejidos más importante de la época que, además, vendía todo tipo de artículos para la moda femenina. Allí conoció a Marie Vernet (Imagenes de la derecha arriba, juntas), una de las vendedoras, con la que más tarde se casaría. Además de vender, Worth empezó a diseñar los vestidos de su prometida, quien los lucía en la tienda, siendo pronto remarcados por las clientas, que empezaron a demandarlos. Tal fue el éxito, que, en 1851, Worth empezó a dirigir una pequeña sección de costura a medida en Gagelin. Ese mismo año, Worth recibió la única medalla de oro concedida a Francia en la Exposición Universal de Londres, siendo nuevamente premiado en la de París de 1855.

 

En 1858, gracias a la ayuda de Otto Bobergh, un joven y rico pañero sueco, Worth decidió independizarse, abriendo una maison de couture -Worth et Bobergh- en el 7, rue de la Paix, una calle que, gracias a él, se convertiría en el epicentro de la elegancia parisina.

 

Proyectando tener una clientela de mujeres influyentes, Marie, su mujer, llevó algunos de sus dibujos a la Princesa Pauline Sandor de Metternich (imagenes de la Izquierda y derecha, juntas), considerada una de las mejores damas de la moda parisina, con gran influencia en la materia. Era esposa del embajador austriaco e íntima amiga de Eugenia de Montijo. En un principio se mostro reacia hacia el trabajo de Worth -“¿Cómo un inglés pretende vestir a las francesas?” comento entonces. Los bocetos le gustaron tanto, que le encargó dos vestidos, uno de día y otro de noche. En una recepción oficial, la emperatriz francesa Eugenia de Montijo (Imagen de la izquieda, usando vestido del diseñador), mujer de Napoleón III, fascinada por el vestido de noche de Worth quiso conocer al joven creador, nombrándolo más tarde proveedor de la casa Real; llegando incluso a incorporar el sello real a su firma. Alcanzando así la fama internacional y convirtiéndose también en el couturier de todas las casas reales europeas, la alta sociedad y reputadas actrices como Sarah Bernhardt, Lillie Langtry y Eleonora Duse (Imagenes de la izquierda, mismo orden en descenso).

 

El inicio del éxito de Worth como creador de moda coincidió con la implantación del Segundo Imperio en Francia, que supuso la restauración de la monarquía en 1852 con Napoleón III como emperador, que convirtió París en el escaparate de una lujosa vida social.

 

Si bien Worth no aportaría ninguna novedad fundamental en cuanto a la moda de su época, con la excepción de hacer evolucionar la crinolina hacia el polisón, en cambio revolucionó todo el proceso de creación de la moda, sentado las bases de la época contemporánea.

 

A causa de la guerra franco-prusiana Worth y Bobergh debieron cerrar su establecimiento. En 1871, acabado el conflicto, Worth volvió a abrir como la Maison Worth, ya sin Bobergh, incorporando a sus hijos Gaston y Jean-Philippe al negocio.

 

Worth murió en París el 10/3/1895. A su muerte, sus hijos continuaron con la empresa, y Gaston se implicó activamente en el nacimiento, en 1868, de la Chambre Syndicale de la Couture parisienne que, hacia 1880, bajo su liderazgo, se convirtió en la Chambre Syndicale de la Couture Française, organismo destinado a regular el funcionamiento de las casas de alta costura. La maison Worth prosperó hasta los años Veinte, empezando después su declive. A los hijos de Worth les sucedieron sus nietos, Jacques y Jean-Charles.La casa Worth cerró definitivamente sus puertas en 1956.

 

 

 

Influencia y Legado

Hasta entonces, sastres y costureras, mayoritariamente anónimos, trabajaban a las órdenes de las clientas, quienes les proporcionaban tanto las ideas como los tejidos y adornos de los vestidos; visitándolas en sus domicilios, como cualquier otro proveedor, para después realizar el encargo sin aportar nada más que su técnica profesional, no su creatividad.

 

Worth invirtió los roles. A partir de entonces el couturier impondrá sus creaciones, concebidas de antemano con tejidos y adornos de su elección, que mostrará a sus clientas, quienes se limitarán a escoger los modelos para hacérselos ajustar a sus medidas. Worth fue el primero que impuso su propio gusto a las mujeres, convirtiéndose en el prototipo contemporáneo de creador de moda.

 

Además, se reveló también un genio del marketing avant la lettre, y esta nueva manera de concebir la moda se acompañó también de una nueva manera de comunicarla: los desfiles de moda. Antes, los vestidos se mostraban sobre bustos de madera, y Worth fue el primero en concebir la moda como espectáculo, invitando a las clientas a sus salones, lujosamente decorados, mientras hacía desfilar una serie de jóvenes atractivas -las llamadas sosías o dobles porque debían tener el tipo físico que correspondía al de las clientas-, vestidas con sus creaciones, naciendo así el concepto de modelo.

 

Worth supo identificar a las mujeres de moda, las jockeys, hoy llamadas celebrities -como Cora Pearl (imagenes de la izquierda, juntas), famosa cortesana de la época-, a las que hacia llevar sus vestidos, para crear deseo entre los ambientes de la alta sociedad.

 

Las líneas de Worth eran sencillas, redujo la crinolina, de modo que la falda caía plana por la parte delantera y recogió el exceso de tela por detrás. La palabra modisto se creó especialmente para calificar a Worth, que consiguió unir la técnica inglesa del corte con el derroche de elegancia propio de los franceses.

 

Con Worth la moda se convirtió en una empresa de creación y de espectáculo publicitario, y en el motor de las novedades. El couturier, después de siglos de anonimato, se convirtió en un artista moderno cuya ley imperativa era la innovación. Worth reivindicó la libertad creativa en la moda, pretendiéndose artista “Yo soy un artista. Un vestido vale lo que un cuadro”, y, por esa razón, fue el primero en firmar sus creaciones, poniendo una etiqueta con su nombre a los vestidos y creando, de paso, la venta de intangibles. Fue pionero en comprender que la moda vendía también un imaginario, y que ese valor añadido deseable debía hacerse pagar… caro.

 

Visionario, Worth concibió algunos de los elementos más importantes de la moda contemporánea, como el concepto de firma; el imaginario de marca y la venta de intangibles; la moda entendida como espectáculo, pero también como negocio; la exclusividad; las celebrities y la noción de creador-artista.

 

La propia persona de Worth fue una excelente herramienta de marketing, lo que hoy llamamos marca-persona. Consciente de su poder, llegaría a ser admitido en la alta sociedad, algo totalmente inaudito para la época. De carácter caprichoso, dictatorial y ostentoso, vestía como si de un artista se tratara, y, en la cima de su éxito, ser recibido por él requería una introducción especial, saludando a sus clientas reclinado sobre un diván. Worth llegó a hacerse fabulosamente rico, y por ello era capaz de rechazar los encargos de clientas que no le gustaban, encumbrándose como carismático portavoz del gusto de su época. Es a partir de entonces cuando las revistas de moda empezaron a escribir los nombres de los creadores bajo los modelos, y la opinión pública a considerarlos como personas de gusto. La marca empezó así a adquirir un prestigio no solamente comercial.

Fuentes: WEB: Vistelacalle.com, Numendigital.com, Wikipedia.org y Buentastareas.com

De LB

@LidROgue

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